lunes, 25 de febrero de 2013

El ejército en el Imperio Otomano

Los jenízaros, o ‘nuevas tropas’, eran un cuerpo del Imperio Otomano, dedicado exclusivamente a la protección y fidelidad del Sultán, además de hacia sus dependencias y todo lo que éste poseía.
Esta  guardia pretoriana fue fundada por Murad I en 1330 y en sus comienzos estuvo formada por jóvenes provenientes de familias cristianas o prisioneros de guerra.
Todos ellos debían estar en buena forma física y debían tener una f ciega, ya que serían dotados de una preparación profesional para la guerra, con duros entrenamientos físicos.
Muchos de ellos tenían origen griego, albanés, serbio o búlgaro y por lo tanto, se les instruía en la religión musulmana,  y se les enseñaba idiomas, literatura y otras disciplinas.
Hacia finales del siglo XVI se convirtieron en un auténtico cuerpo de élite de difícil acceso y al que muchas familias ofrecían a sus hijos con el objetivo de aumentar su posición en la escala social de la época.
El poder de los jenízaros llegó al punto de que en el siglo XIX intentaron deponer al Sultán, lo que llevó a Mahmud II a abolir el cuerpo tras ejecutar a todos sus miembros.
Los jenizaros turcos eran, por lo tanto, la mejor de las tropas con las que contaba el Imperio Otomano para su defensa. Ello se debía a que estaban entrenados para no rendirse nunca,y para odiar y vencer, a los cristianos, con los que jamás tuvieron piedad a pesar de la tolerancia que caracterizaba al Imperio Turco. Eran excelentes tiradores y  espadachines, que contaban con armas como alfanjes, hachas, arcabuces, y arcos de flechas, que empleaban desde las retaguardias para cubrir al resto de sus compañeros. 
El uniforme, como puede apreciarse en la imagen superior, constaba de una larga túnica de color oscuro, combinada con un turbante de color blanco. Estos colores representaban al sultán (antes cuando el guerrero luchaba, lo hacía en representación de su familia y dichos colores), lo que supone una gran innovación en el mundo de la uniformidad dentro del ámbito de las guerras. 
Los turcos, además, habían batallado contra Gengis Kan,de donde aprendieron el uso de la pólvora. Esto, unido al conocimiento de la metalurgia que habían heredado de los áraes, mucho tiempo atrás, permitió la creación de espadas militarmente reconocidas, como las de Dmasco o Toledo muslmana, que permitieron grandes victorias, y avances en las técnicas militares, como por ejemplo el empelo de los cañones.  De esta forma consiguieron realizar numerosas conquistas, incluso pues, llegaron a las puertas de Viena, ya que con estos avances ninguna muralla de ningún castillo era para ellos un elemento infranqueable.
También excavaron túneles por debajo de las murallas, donde metían pólvora para después hacerla explotar y así poder entrar en tropel, atravesando las murallas sin ninguna piedad. Podríamos incluso decir, que este fue el inicio de las bombas. De este suceso nació la palabra ‘mina’, que se emplea actualmente tanto para referirse a los túneles o para la extracción de minerales de zonas profundas de la tierra con ayuda de explosivos.

" Los sultanes siempre confiaron en nosotros. Era normal, pues nosotros les protegíamos. Éramos regalos de los reyes europeos, monedas de cambio para evitar una  guerra. Fuimos entrenados en el arte del combate y enseñados en el odio a los cristianos. Fuimos temidos por franceses y venecianos, y encontramos un rival digno en los guerreros españoles. Éramos jenizaros, y así fuimos”


- Ana Perla Sánchez

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