Felipe II
Felipe II, fue sucesor de Carlos
V y accedió al trono en 1556. No obtuvo todos los territorios que había
heredado su padre, solamente España, Italia, Franco Condado, Luxemburgo,
Flandes, y los territorios de América.
Nacido el 21 de mayo de 1527 en
Valladolid, este monarca estuvo rodeado de una gran leyenda que se califica de
rosa y negra según el punto de vista desde el que se observe. Para los
católicos era un ejemplo de virtud y de valor mientras que los protestantes lo
consideraban un fanático y un déspota. Lo cierto es que la imagen de Felipe II
fue muy importante y era muy temido en el resto de Europa. Sin embargo, se
enfrentará a numerosas guerras, crisis e inestabilidades que terminará por
mermar el estatus y la imagen de la monarquía hispánica.
Felipe II continúa la guerra
iniciada por su padre contra Francia y consigue importantes victorias. Las más
destacadas son la Batalla de las Gravelinas, que se produjo en 1558 y que
supuso la derrota francesa, y la Batalla de San Quintín, en la que las tropas
españolas masacraron a los franceses, produciendo miles de muertes y bajas
entre sus filas. Gracias a la Paz de
Cateau-Cambresis , tiene lugar una nueva situación internacional en la que
se asienta el poder y el dominio español en la península italiana.
En su reinado podemos distinguir
dos fases: una en la que se centra en el mediterráneo y en la amenaza turca y
musulmana sobretodo y otra en la que se concentra en Portugal, Inglaterra o los
Países Bajos.
Con respecto a la primera fase,
Felipe II se tuvo que enfrentar a la sublevación de los moriscos, que
consiguieron alguna que otra victoria pero que al final fueron vencidos y
tuvieron que exiliarse o convertirse al cristianismo si querían permanecer en
la península. Los turcos y los piratas berberiscos también representaban una
seria amenaza con la que Felipe II debía acabar. El monarca consigue detener su
avance y acabar con las ambiciones turcas de conquistar Occidente en la batalla
de Lepanto (1570), aunque lo hace con ayuda de una coalición de países cristianos,
llamada Liga Santa. Esta fase comprende desde el año 1559 hasta el 1571.
La segunda fase, se centra en la amenaza protestante y en el temor a la disidencia religiosa como motor de gran parte de las políticas españolas. La sublevación de los Países Bajos, que eran claramente protestantes y que no reconocían a Felipe II y exigían su independencia, conllevo una gran pérdida de recursos y acabó hundiendo más la economía española. La guerra de los 80 años terminó con la independencia de los Países Bajos y la derrota de España. La guerra con Inglaterra marcó también este periodo y la derrota de la Armada Invencible, supuso la humillación de Felipe II así como la práctica bancarrota de la Hacienda española. Entre los motivos para esta guerra se encontraba el soporte de la reina Isabel I a los piratas que hostigaban a los barcos españoles, el apoyo a los sublevados de los Países Bajos, etc.
La anexión de Portugal puede
considerarse como la única “victoria” en este periodo y se consiguió gracias a
los derechos sucesorios que había adquirido el monarca como resultado de su
matrimonio con María de Portugal. No
obstante, no fue fácil puesto que el Prior de Crato ya se había proclamado
rey de Portugal y Felipe II tuvo que recurrir a las armas y a la diplomacia
(mediante las Cortes de Tomar) para conseguir el trono.
El fin del reinado de Felipe II
estuvo marcado por la bancarrota, la inestabilidad económica y el hambre. A
esto se le sumaban la peste y las enfermedades, que azotaron a Castilla con
mayor fuerza. La pérdida de la hegemonía hispánica y las importantes y
humillantes derrotas militares hicieron mella en la mentalidad de la población.
En definitiva, Felipe II dejó a su heredero, Felipe III, un reino marcado por la
inestabilidad, el hambre y las reminiscencias de un antiguo y glorioso imperio.
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