miércoles, 20 de marzo de 2013

Felipe IV y su camino hacia la decadencia


El reinado de Felipe IV, aunque destacó por su carácter reformista y el intento de la recuperación económica del país, no pudo evitar la bancarrota en la Real Hacienda (entre 1627 y 1662), lo que supuso un gran resquebrajamiento en Europa. Sin embargo, esta crisis económica tan fuerte afectó de manera especial a España, que en esos momentos contaba con una política exterior muy agresiva y una estructura gubernamental interna, que era demasiado costosa.  Esto supuso, además de una gran subida de impuestos, el empeoramiento de las condiciones del pueblo, que comenzó a levantarse contra el monarca.

Felipe IV contaba con la ayuda del Conde Duque de Olivares para el desarrollo de la política exterior, pero  no contaba con la ambición de su mano derecha. Este valido intentará recuperar la hegemonía de Europa, en nombre del rey, aunque en realidad trabajaba más en función de sus intereses. Para ello, se utilizaron todos los recursos económicos disponibles para financiar la guerra con las Provincias Unidas y Francia. Sin embargo, el elevado coste y el agotamiento de las tropas provocaron la derrota de España, y la firma de la Tregua de los Doce Años. Este tratado con las Provincias Unidas (1621), proclamaba la rendición de Breda (1624-1625). Por otro lado, desde el reinado de Felipe III, se venía desarrollando Guerra de los Treinta Años (que apoyaba a la dinastía Habsburgo de Austria), y demás conflictos bélicos con Inglaterra y Holanda (que al final consiguió su independencia).

La situación del exterior comenzó a calentar el panorama interno, y los reinos de la Corona de Aragón se rebelaron cuando se les reclamó una aportación para financiar las campañas europeas. En 1640, se desarrollaron dos revueltas importantes: la primera, en  el Principado de Cataluña y la segunda en Portugal. En Cataluña, lo que ocurrió fue que los segadores congregados en Barcelona con motivo de la procesión del Corpus Christi se sublevaron, asesinando al virrey y proclamando una especie de ‘independencia’. En Portugal, la rabia se desencadenó contra Felipe IV, y terminó con la caída del Conde Duque de Olivares, que fue sustituido por Luis de Haro. Además, se firma La Paz de Westfalia en 1648, que reconoció la independencia de las Provincias Unidas. En cambio, la Paz de los Pirineos firmada en 1659, pactaba que España le cedía a Francia el Rosellón, parte de Cerdaña y los Países Bajos.

Los últimos años de la Monarquía estuvieron marcados por una profunda recesión y crisis, en la que la autoridad estaba continuamente cuestionada y debilitada, además, por las campañas militares contra Francia e Inglaterra. En el mismo año que muere Felipe IV (1665) se produce la derrota de España contra Portugal. Durante los años de reinado de Felipe el Grande  pierde la hegemonía española en Europa y la población queda totalmente empobrecida.

Las dos causas principales de esta crisis fueron:

-       El enorme esfuerzo militar que para la Monarquía suponía las continuas guerras europeas y la demanda de apoyos sacrificados que se les pedían a los reinos que componían la Corona realizada por la “Unión de Armas”, propuesta por el Conde-Duque de Olivares en 1632.

-       El fracaso de Olivares en la Unión de Armas, y el hecho de mandar tropas al Principado cuando estalla la guerra con Francia.

-       La rebelión de la dinastía Braganza al no tomarse en serio la monarquía española. Eso era por la falta de apoyos de los castellanos en Holanda, y la falta de defensa de las posesiones portuguesas en Asia.

-       La unión de Francia e Inglaterra contra España. Esto  hizo que la Península llegase a su máximo declive y perdiese la mayor parte de sus territorios.




Bibliografía:

- Arte e Historia.
- Gran Enciclopedia de España.


- Ana Perla Sánchez

1 comentario:

  1. Interesante aportación, Ana, incluyendo un archivo de audio. Muy bien.

    Atentamente,

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