La Revolución Industrial

A mediados del siglo XVIII se iniciaba en Reino Unido un gran avance económico desarrollado a partir de nuevas técnicas, fuentes de energía y formas de organización del trabajo fueron la fuente de un enorme crecimiento de la producción de bienes; a la vez,que la sociedad y la vida comunitaria mejoraba por momentos. Esos cambios económicos y sociales  marcan el paso de la sociedad agrícola-tradicional a una sociedad industrial-moderna.

Podemos distinguir tres episodios característicos: la primera revolución industrial de 1760; la segunda revolución industrial en torno a 1870; y una tercera que se encuentra a caballo entre la sociedad moderna y la sociedad contemporánea-actual.

• Incremento de recursos.
• Mano de obra barata y crecimiento demográfico.
• Riqueza de recursos.
• Avance en las ciencias y en el transporte.
• Colonias en ultramar.
• Desarrollo financiero y estabilización de una mentalidad burguesa, dominada por el carácter beneficiario y empresarial de aquellos que se situaban en la élite. 

En las décadas de 1830 y 1840, el proceso que había empezado en Gran Bretaña, comenzaba a hacer mella en Europa. Pero la expansión no fue igualitaria. Por ejemplo, Bélgica y Francia, que eran los países más próximos a Reino Unido, fueron los primeros en seguir sus pasos; y más tarde lo hicieron Países Bajos y Alemania.  Fuera de Europa, llegaban de forma más tardía e independiente, los Estados Unidos que iniciaron el proceso hacia su revolución industrial a partir de 1830 y Japón hacia 1868.

La aparición de nuevas fuentes de energía marcaron el desarrollo de la segunda revolución industrial; y serían el petróleo y la electricidad, que se explotarán desmesuradamente durante siglo XX, y se combatirá por ellas durante el siglo XXI. Aunque aquellos sectores como el textil o el del carbón, que fomentaron el desarollo de la primera revolución industrial se siguieron explotando, ahora aparecían nuevos sectores industriales: eléctrico, químico y siderúrgico, que marcarían esta segunda revolución.

• De la industria eléctrica nacieron los transportes, el alumbrado eléctrico y la stelecomunicaciones. 
• La industria química creó nuevos productos, como los farmacéuticos o los explosivos. 
• En el sector siderúrgico se comenzó a producir acero a bajo precio. Esto tuvo fuertes efectos sobre la industria naval y de armamento, junto con la arquitectura y la ingeniería. También se desarrolló la industria del aluminio, cobre, níquel, cinc. 
• Los medios de transporte trajeron el avión y el automóvil, que marcarán el desarrollo económico del siglo XX.

En el ámbito económico, la mecanización de las tareas, la aparición de fábricas y la producción de elevadas ventas tuvieron consecuencias muy importantes:

• La producción fue víctima un fuerte crecimiento. Las máquinas permitían aumentar la producción, lo que supuso una bajada de precios y la creación de excedentes destinados a la exportación.
•  Las ciudades crecieron tanto como su población. Además,  las fábricas se instalaron en las ciudades, con que muchos campesinos emigraron a las urbes de su país, e incluso de otros Estados, en busca de un mejor trabajo.
• La sociedad agraria se transformó en industrial. La industria y los servicios dejaron a un lado el trabajo desarrollado por la agricultura.

Entre 1865 y 1914, Gran Bretaña siguió siendo la primera potencia comercial del mundo, pero su supremacía industrial decayó, ya que la industria británica dedicada por entero al vapor y al carbón, tardó en adaptarse a las técnicas posteriores.

Estas nuevas industrias llegaron a su punto culminante en Estados Unidos y en Alemania. En 1914, Estados Unidos se convirtió era la primera potencia agrícola e industrial del mundo gracias a su fuerte mercado interior y a los nuevos modelos de producción, que buscaban la innovación tecnológica y la concentración empresarial en trusts. Alemania, por su parte, encabezaba las principales industrias químicas y eléctricas; siendo las más destacadas las industrias pesadas del hierro, el acero y la maquinaria. Esto fue gracias a  la ampliación del mercado interior, la concentración y monopolización empresarial y la política militarista.

• Durante la primera revolución industrial eran las empresas familiares las que organizaban la producción no mecanizada en las pequeñas industrias. En cambio, la segunda revolución industrial estuvo marcada por la práctica de nuevos sistemas de producción.

Las mejoras en el proceso de producción se deben a Taylor, que con el modelo del tailorismo, dividió el trabajo en tareas pequeñas cronometradas de forma exacta. Los obreros eran especializados (división del trabajo) y el salario estaba proporcionado con el trabajo que estos desempeñaban. Esto hizo que el trabajo, además de eficaz, se volviese mecanizado y autómata. 

Poco después, apareció el empresario Henry Ford, inventor del fordismo (cadena de montaje), que evitaba los tiempos muertos entre tareas. Con este cambio se aumentó la producción, se redujeron los precios, y como consecuencia aumentó el consumo.

Además, se formalizaron grandes empresas que controlaban los mercados. Surgieron concentraciones empresariales como los trusts y los holdings, grupos de varias empresas que monopolizaban sectores de la producción para evitar o eliminar la competencia con otras empresas.

Con esto llegaron las variaciones en las ventas, con la aparición de grandes almacenes y la publicidad: ambas destinadas a aumentar el consumo y acabar con la competencia de mercado. Sin embargo, esto tambaleó el ideal social que había hasta entonces, ya seguía habiendo trabajadores y propietarios ligados al modelo tradicional.

"Trabajo en el pozo de Gawber. No es muy cansado, pero trabajo sin luz y paso miedo. Voy a las cuatro y a veces a las tres y media de la mañana, y salgo a las cinco y media de la tarde. No me duermo nunca. No me gusta estar en el pozo. Voy a la escuela los domingos y aprendo a leer y a rezar. Prefiero, de lejos, ir a la escuela que estar en la mina."

Bibliografía

- Canal de Historia.

- Historias de la historia, Carlos Fisas.

- Movimientos sociales (clases de historia).

Ana Perla Sánchez