La historia global no puede entenderse sin el papel del mediterráneo y
la influencia de los distintos pueblos y civilizaciones que lo han habitado.
Dicha influencia continúa hasta nuestros días y podríamos enumerar muchos casos
claros de influjo mediterráneo en diferentes ámbitos. El mediterráneo y sus
naciones fueron el centro del mundo hasta hace relativamente poco tiempo y, los
Imperios que en él estuvieron, llegaron a convertirse en grandes potencias a
nivel mundial.
En resumidas cuentas, la influencia del mundo mediterráneo es de vital importancia para entender la Historia Global. Abarcando ámbitos como la ciencia, la cultura, la economía o la política, los países mediterráneos han destacado en todos ellos. La civilización mediterránea ha aportado al mundo ciencia y cultura, mejoras técnicas e innovaciones así como avances científicos, además de ser un punto de encuentro entre diferentes pueblos. No podemos entender los sistemas económicos actuales, el desarrollo económico y social de los últimos siglos ni las estructuras y relaciones entre diferentes países sin recurrir al escenario del mundo mediterráneo. Las guerras de religión, las colonizaciones, la aparición de las primeras prácticas capitalistas tienen su explicación en el mundo mediterráneo moderno y contemporáneo. No obstante, en la actualidad, este ha perdido la influencia y el poder del que gozaba en favor de los países del Norte y de otros como EE.UU, China o la India. A pesar de ello, el mundo mediterráneo sigue siendo un importante enclave geoestratégico, que une Oriente con Occidente y que es imprescindible a la hora de entender la historia de los últimos siglos y las relaciones mundiales.
El mundo mediterráneo destacó en
el ámbito económico. Cuna del capitalismo, en el surgieron las primeras
prácticas de carácter capitalista: las letras de cambio. Estas eran títulos de
crédito que contenían una orden incondicionada y abstracta de pago a su
vencimiento al tomador o a su orden, una suma de dinero en un lugar
determinado. También podían transmitirse por endoso, es decir, dándosela a un
tercero como modo de pago. Dichos
avances contribuyeron al desarrollo de las primeras actividades bancarias del
capitalismo financiero como los depósitos, los préstamos sobre prendas, los
seguros, etc. También aparecieron la primeras Bolsas, dedicadas al intercambio
de mercancías y letras de cambio Todas estas novedades contribuyeron al paso de
una sociedad agraria hacia una sociedad cada vez más innovadora y articulada a
nivel mundial. Si bien es cierto que estos cambios fueron graduales y se
consolidaron en la Primera y la Segunda Revolución Industrial, que no se dio en
países mediterráneos, estas no habrían sido posibles de no ser por la formación de la Economía-Mundo, que tuvo
su origen en el mediterráneo. La formación del capital fue la que dio lugar al
funcionamiento capitalista industrial a gran escala y todo eso fue posible
gracias a las prácticas de corte capitalista que comenzaron a darse en el
espacio mediterráneo. Gracias a
esto, se realizaron las revoluciones
industriales (o al menos la primera más directamente), lo que hizo que se
produjera un cambio radical en los sistemas de producción, la organización
económica y del trabajo y la economía a nivel mundial, es decir, entre todos
los países. Sin saber esto, nos costaría entender cómo llegó a desarrollarse el
mundo y convertirse en lo que conocemos hoy.
Conociendo que el mediterráneo
fue el lugar donde surgió el capitalismo, podemos entender el funcionamiento y
desarrollo primigenio del capitalismo, que es el sistema económico dominante en
la actualidad.
El mediterráneo fue además un importante espacio comercial. Sus puertos,
conocidos mundialmente, fueron y siguen siendo un lugar clave para el comercio
y el intercambio. En el pasado, fueron los puertos más importantes del mundo y
las principales rutas comerciales tenían lugar en el mar mediterráneo. Navegantes y mercaderes fenicios, griegos,
romanos, egipcios y posteriormente árabes, turcos, venecianos, castellanos, genoveses, catalanes
y de otras muchas nacionalidades actuaban como nexo de unión entre los países.
Barcelona, Venecia, Génova, el Estrecho de Bósforo y el de Gibraltar, islas
mediterráneas como Sicilia, Cerdeña, las Islas Baleares, etc., fueron testigo
de estos intercambios, no solo de mercancías, sino también de ideas.
Además, la explotación de los recursos obtenidos gracias al
descubrimiento de América supuso la aparición de un nuevo mercado, que
aprovecharon principalmente los países pertenecientes a la monarquía Hispánica
y Portugal pero que después supuso una fuente de ingresos que continua hasta
hoy en día, puesto que las transacciones económicas con el continente americano
son vitales en el comercio internacional. Por eso, no es extraño ver que los
países latinoamericanos, colaboran y acogen generalmente a empresas españolas, pues es uno de los
vestigios que quedaron de siglos de influencia castellana en el continente.
En el ámbito político, los países mediterráneos destacaron,
especialmente la Monarquía Hispánica y el Imperio Otomano. Conocida como El
imperio en el que no se pone el sol, debido a la cantidad de territorios
que poseía, la monarquía Hispánica
tuvo una posición hegemónica en la política europea durante siglos. La política y la configuración actual de
Europa y de territorios de África y
América, no se podría entender sin conocer el importante papel que jugó la
monarquía Hispánica y el poder que tuvo.
También nos ayuda a entender las relaciones politicas (y comerciales)
entre los países del norte de África y países mediterráneos como por ejemplo
España y Marruecos, Libia e Italia, etc. Además de ser territorios fronterizos
fueron territorios colonizados por las potencias del mediterráneo occidental y
aún quedan rastros de esta colonización: el uso de las lenguas de los pueblos
colonizadores, las relaciones comerciales que les dan preferencia, la
organización de los territorios, etc. No podemos entender la situación actual
del norte de África sin recordar la influencia que han tenido países como
Francia, España o Italia. Lo mismo sucede con otros países de Asia, que
estuvieron ocupados por el Imperio Otomano
y que es apreciable todavía.
El Imperio Otomano por otra parte, es fundamental para entender los
conflictos que se dan incluso hoy en día en Oriente Medio o la zona de los
Balcanes. El Imperio turco tuvo una vital importancia en la zona y es una de
las razones gracias a las cuales podemos comprender la configuración actual de
la zona, el conflicto entre árabes e israelíes por Palestina, etc.
Además, movimientos políticos han tenido su germen en el mundo
mediterráneo. Desde el concepto de democracia (surgido en la Antigua Grecia),
el mediterráneo ha sido un lugar en el
que se ha gestado un cambio en las estructuras sociales y en el que se ha
formado el Estado moderno.
Tampoco podemos olvidar la importancia geoestratégica del mediterráneo.
Siempre ha sido un lugar de paso, punto de interacción de distintos países y de
unión de distintas culturas (Oriente y Occidente, Europa y el norte de África,
etc.). Por ello, siempre ha habido enfrentamientos y pugnas por controlar los
lugares estratégicos como los estrechos, los canales como el de Súez e incluso
los puertos. Si pensamos en esto, entendemos porque Inglaterra se empeña en
mantener Gibraltar, por ejemplo. Controlar los lugares de paso del
mediterráneo, es decir, controlar el acceso y las comunicaciones, implica
controlar una parte importante del mundo, que siempre ha tenido y tiene
relevancia.
En cuanto a la cultura, el hecho de que la monarquía hispánica dominase
los territorios de América del Sur explica porque estos hablan castellano o
porque son mayoritariamente católicos frente al norte, que es evangelista. Lo
mismo pasa con el Imperio Otomano que influye en la cultura y en las costumbres
de muchos de los países que ocupó durante tantos siglos y que ha dejado
vestigios en la administración o en el modo de organización territorial que se
mantienen hasta la actualidad.
Sin embargo, el papel del mediterráneo se ha debilitado mucho en los
últimos siglos. A pesar de contar con poderosos e importantes imperios como el
Imperio Otomano o la Monarquía Hispánica, no pudo evitar perder la influencia
de la que gozaba. La guerra de los Treinta Años y los Tratados de Westfalia
acabaron con la hegemonía política de España, a la vez que también se perdía la
hegemonía cultural de Italia. Comenzó entonces el auge de países como Holanda,
Inglaterra, Francia (su zona más atlántica y nórdica), Bélgica, etc., y el
norte se impuso sobre el sur.
A partir del siglo XVII, el mediterráneo deja de ser el centro del mundo
tal y como lo había sido durante tantos siglos. Muestra de ello es que las
naciones mediterráneas desempeñaron un papel muy modesto en la forja del mundo
moderno que conocemos hoy. Muchas veces se ha atribuido este hecho a factores
religiosos como que los países del sur se mantuvieron en el catolicismo, en
lugar de adoptar el protestantismo como hicieron los países del Norte. Sin
embargo, el Imperios Otomano, que no era
católico también sufrió este retroceso y esta pérdida de influencia.
En resumidas cuentas, la influencia del mundo mediterráneo es de vital importancia para entender la Historia Global. Abarcando ámbitos como la ciencia, la cultura, la economía o la política, los países mediterráneos han destacado en todos ellos. La civilización mediterránea ha aportado al mundo ciencia y cultura, mejoras técnicas e innovaciones así como avances científicos, además de ser un punto de encuentro entre diferentes pueblos. No podemos entender los sistemas económicos actuales, el desarrollo económico y social de los últimos siglos ni las estructuras y relaciones entre diferentes países sin recurrir al escenario del mundo mediterráneo. Las guerras de religión, las colonizaciones, la aparición de las primeras prácticas capitalistas tienen su explicación en el mundo mediterráneo moderno y contemporáneo. No obstante, en la actualidad, este ha perdido la influencia y el poder del que gozaba en favor de los países del Norte y de otros como EE.UU, China o la India. A pesar de ello, el mundo mediterráneo sigue siendo un importante enclave geoestratégico, que une Oriente con Occidente y que es imprescindible a la hora de entender la historia de los últimos siglos y las relaciones mundiales.
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